jueves, 9 de marzo de 2017

Nº 29.El laberinto. Antonio Pigafetta.


1942.Cursaba 2º año  del secundario en el Colegio Nacional Nicolás Avellandeda, turno tarde. Mi familia había sido devastada por una tremenda tragedia, y yo un preadolescente,cargaba con mi cuadro de dolor. A pesar de ello cumplía con mis obligaciones de estudiante a tal punto que mis notas eran más que buenas.
En historia nos sumergíamos en las proezas de navegantes y descubridores, En mi hogar abundaban los libros, entre ellos las novelas y biografías escritas por Stefan Zweig, de trágico final en Brasil al envenenarse junto a su esposa, enterado de la persecución de los judíos (el lo era) en la Alemania nazi.
Yo tenía muy fresca la lectura de su biografía de Magallanes (libro que aún conservo). En clase el profesor preguntó si algún alumno tenía un comentario sobre el tema. Levanté mi mano,parado al lado del pupitre, todavía con mis pantalones cortos, pronuncié la palabra Pigafetta,los chicos se pusieron a reir. El profesor los hizo callar y así pude desarrollar mi relato.Había acompañado a Magallanes, con el casi pierde la vida, continuó con El Cano hasta regresar a España. En total 18 sobrevivientes. Durante los 3 años de navegación había llevado minuciosamente día por día registro de todo. Accidentes geográficos,aventuras, desventuras, razas, idiomas y un larguísimo etc. sin saltearse una sola jornada. Sin embargo al navegar hacia el oeste no coincidía en dos días con la fecha europea
Conocido este fenómeno, Julio Verne. se basó en él para hacerlo vencedor al apostador de su historia.
Volviendo a lo mío el profesor  me trató con particular deferencia hasta el fin de las clases.
Ese día regresé a mi casa feliz. Por fin, entre tanta tristeza presidida por la muerte, había logrado encontrar un sendero tenuemente luminoso,en ese laberinto tan sombrío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

su comentario sera publicado a la brevedad, gracias.